22 de marzo de 2011

Pongamos que estoy escuchando una canción. Oh, vaya frase. Quiero que sea mia. La memorizo, la guardo, la escribo, la canto. Pasa algo. Pasas tú. Pasa él. Pasamos todos por el agujero y resulta que la frase es real. La canción ya puede ser mía. Ya lo es, de hecho. Yo me acojono y quiero olvidarla. Pero ya es mía, y lo jodido es que es de uno de mis grupos favoritos. Oh muérete.

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